César González nació y se crió en el Barrio Carlos Gardel, Morón, y después de haber estado preso desde los 16 hasta los 20, a los 21 años publicó bajo el seudónimo de Camilo Blajaquis "La venganza del cordero atado", su primer libro de poemas. “Es más peligroso un pibe que piensa que un pibe que roba”. Camilo en homenaje al comandante Cienfuegos –uno de los líderes de la Revolución Cubana–, Blajaquis por el militante peronista asesinado en la pizzería La Real, relatado por Rodolfo Walsh en ¿Quién mató a Rosendo? “Aparte de excluirte económicamente, te excluyen cultural y simbólicamente”, subraya.
Quieríamos compartir una nota que escribió para Página 12.
El arte más rabioso
Por Camilo Blajaquis
El arte puede nacer hasta en el óxido y en la humedad de la cárcel, donde abundan muerte, opresión, aflicción, cansancio, dolor. En las peores condiciones de vida uno puede armarse un plano, dibujarse su propio mapa. La vida me ha demostrado que los resultados llegan. Y no son tener un buen puesto laboral. Están en haber encontrado el camino: que la vida más linda es la que se vive artísticamente. También en que la sociedad aprenda de una vez que la espalda, donde más pega con el látigo, es la que más potencia tiene. En espacios como este taller, donde más dolor abunda, más puede surgir la potencia creativa, más rabioso puede ser el acto creativo. Las obras de arte más grossas, profundas e interesantes de la historia tuvieron un mensaje de ruptura, de resistencia. El verdadero arte resiste a la muerte y a la infamia: vence a la muerte misma. Es importante que la sociedad conozca esos espacios, para que cuando el preso vuelva a la jungla pueda tener esperanza de que la sociedad esté dispuesta a brindar una ayuda concreta. Porque la herramienta principal para la “insertación”, esa supuesta inserción es, más que laboral o económica, la no-discriminación. Cualquier persona que está en la cárcel tiene derecho a la dignidad. A pesar de un montón de progresos para la vida del país, en un montón de cosas seguimos retrocediendo. El arte es reprimido adentro de los penales, por parte del Servicio Penitenciario o por psicólogos o defensores del Estado. Quiero tener la esperanza de que un gobierno le dé cabida a la gente que está presa. Que no se ocupe sólo de la gente que está afuera, también de la que está adentro. Se viven situaciones de la Inquisición: maltratos, horrores, torturas; todos los santos días. No serán como las setentistas de picana, submarino y desaparición, pero hay tácticas que hacen que no queden huellas en el cuerpo. Hay que desenmascarar un poco la farsa de la cárcel. Es una fuente de agua donde nos lavamos las manos. Y este plan sistemático incluye la idea de que un preso no puede ser artista. Uno no tiene que hacer arte. Las anomalías no son del sistema, tienen que limpiarse.
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