Había una vez un chico llamado Agustín que tenía 20 años y que vivía en una calle del barrio de Palermo. Un día se encontró con una huella gigantesca que estaba en la calle de enfrente de su casa; era de barro. La huella y detrás de esa huella vio otra. Siguió las huellas y se encontró con un gigante dormido en la plaza.
El gigante tiene dos ojos, una nariz, dos manos, cinco dedos. Es verde y tiene tres patas grandes y mide 3.9 metros.
Cuando vio al gigante , Agustín se asustó, gritó y despertó al gigante. Le explicó que era bueno y se había perdido y no tenía familia.
Se hicieron amigos. Tomaron un helado extra extra extra grande para el gigante y para el chico uno normal.
Fin
Diana García.
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